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La artista empírica en busca de la felicidad

Endry Cardeño, aquella transexual que pasó de ser un niño víctima del matoneo a una actriz y estilista reconocida en Colombia y en Venezuela gracias a sus participaciones en las pantallas grande y chica.
Por: Óscar Fernando Aponte Romero

Se acerca lentamente una dama desde la esquina, más de un hombre descarga su mirada y su aliento sobre aquella misteriosa mujer de gafas grandes y oscuras, pañoleta en la cabeza, rosas rojas y una pícara sonrisa. Camina con delicadeza por aquella cuadra empinada hasta llegar a su edificio, suelta un gran suspiro de agotamiento y saluda con una voz gruesa y cordial.



Ya que la esperamos algunos minutos Endry se disculpa como una dama educada. Subimos por un ascensor antiguo mientras arregla su cabello y se queja del tráfico de la capital: “esta ciudad es terrible con tanto trancón, ya van a ser las cuatro de la tarde y no he podido comer porque estaba en un evento en Soacha”.



Endry nos da la bienvenida a su apartamento en el centro de la ciudad,  pequeño, con colores llamativos. Endry nos abre espacio: “siéntense tranquilos mientras yo me retoco un poquito, es que con estas careras no hay tiempo ni de consentirse uno mismo”.



La niñez

Ella es una mujer bastante independiente, pues desde los 17 años de edad tuvo que salir del colegio por la presión que le generaba ser un niño amanerado en una sociedad machista. “Me tocó ser víctima del bulling, el ser amanerado me hacia presa fácil de mis compañeros, pero gracias al carácter que me dio mi madre reaccionaba muy fuerte ante esto y en vez de ser la víctima terminaba siendo la victimaria. Hubo un momento en donde era muy evidente mi gusto por lo femenino y se tornó insostenible la situación”.

 

Sin embargo, siendo una mujer “echada pa` lante” realizó un pequeño curso de corte de cabello para caballero y consiguió trabajo en una pequeña peluquería. Con lo que esto le dejaba y después de algunos años de estar ahorrando, Endry pudo retomar sus estudios en una institución de validación del bachillerato y de esta manera consiguió tener su único título formal.



El aprendizaje

“El empirismo debe ser mi tercer apellido, Endry Cardeño Suluaga Empírica, porque mis dos grandes pasiones, el teatro y la peluquería, las aprendí sin tener algún estudio sobre el tema, hice un pequeño curso de peluquería pero mi único título formal es el de bachiller y con ese he podido salir adelante, eso y mi personalidad”

Hacia el estrellato

Sus primero pasos en el mundo de la expresión corporal los da en algunos bares gay. “Es en estos lugares donde nosotras, las trans, tenemos la oportunidad de mostrar nuestro talento y desarrollarnos como artistas, hoy en día sigo realizando estos shows, pues no me gustaría olvidarme como empecé a ser lo que ustedes ven hoy”

Estando fuera del país Endry recibe la noticia de que un reconocido canal en Colombia esta realizando una convocatoria para una novela. “Me dio mucho pesar no tener acceso a él, pero una amiga me insistió y gracias a la magia divina pude enviar un video con la audición y pude realizar el papel que me dio más fama hoy en día, el papel de Laisa Reyes”.

Sin embargo, el papel que más la ha marcado es el que realizó en la película venezolana “Cheila” en la que obtuvo el protagónico. ”Fue un papel trascendente para mi, pues, si bien no fue mi primer papel, sí me sacó del estereotipo de la transexual chistosa, de comedias y sexy, a ser una transexual que quiere ser mujer, que tiene pasiones y está en búsqueda de sentirse ella en una sociedad machista”.

Este papel le permite a Endry obtener el premio a mejor actriz en el V festival de cine de Mérida, Venezuela. “Es inexplicable la sensación que me produjo ser la primera actriz transexual en ser reconocida en el mundo de la actuación, sin contar el significado que tuvo en el reconocimiento de mi género en la sociedad”.



Endry hoy

Con el paso de los años y de la experiencia, Endry va aportando herramientas para su día a día. “Gracias a esas experiencias me he forjado y hoy en día me defino como una persona única, como una persona indefinible”, y sobre todo, muestra su orgullo de lo que es hoy en día.

Su mayor alegría es ver a los demás felices: “más cuando soy yo quien logra darle esa alegría a su vida” y nada la enoja más que la injusticia, la rabia y la impotencia “es de las pocas cosas que me hace llorar demasiado, pues el sentirme con las manos atadas ante tantas injusticias es realmente cruel”.

“Mi máximo plan a futuro es ser feliz, uno lo puede tener todo, incluso a todos pero realmente la felicidad depende de muchas cosas y espero ser realmente feliz con quien soy, con lo que tengo y sentirme bien en el lugar en dónde esté”.

Endry, sin embargo, no se identifica únicamente con el teatro pero tampoco solamente con peluquería: “realmente me considero una artista, pues actriz soy en ciertas horas, peluquera igual, pero el cien por ciento de mi tiempo soy una artista”.

Ella tiene bastantes planes en su vida y por ello expresa su mayor temor: “quedarme sin tiempo sería terrible, por eso trato de ser muy activa, no quiero imaginarme un día que me despierte y me de cuenta que ya no alcancé a ser lo que me he propuesto hasta hoy, quiero desarrollar todos mis sueños y el tiempo  es mi peor enemigo”.

Le gusta aprender de todas y cada una de las experiencias que vive y que ha vivido: “he sido una persona con una vida bastante ondulante, he conocido desde los espacios más oscuros hasta los más transparentes, esto me da mucha experiencia y como artista, me permite darle forma a cada uno de los trabajos que tengo hoy en día, por ello soy feliz de lo que he vivido hasta hoy”.

Endry se despide con esa sonrisa que ha permanecido desde su llegada, envía un beso de diva sin perder la postura con la que empezó la conversación, hace una broma sobre el registro y el volumen de su voz frente a la cámara, nos acompaña a la puerta y nos deja abierta la invitación para cualquier oportunidad en que la necesitemos, espera que el ascensor cierre sus puertas y pica el ojo con picardía mientras cierra la puerta de su apartamento, de toda una dama.

Afirma que ha sido muy afortunada ante una sociedad machista

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