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Sueños a través del escenario

Este actor bogotano se siente satisfecho con su protagónico en la película El Páramo, de tal forma que ya se  puede morir contento por el logro que obtuvo.

El reloj marca las nueve de la mañana de un frío viernes. Espero en frente del apartamento de Juan Pablo Barragán, junto a mi compañera Karla, quien filmará la entrevista, a que abra la puerta. Minutos después, un hombre sonriente nos recibe con un saludo cordial acompañado de su gato Gatini. Todavía no está listo, ya que la noche anterior ensayó hasta altas horas de la madrugada para la presentación que realizará en el Festival Hip Hop al Parque del sábado siguiente, con su agrupación Los Castellanos.
Al entrar, lo primero que veo es la cocina y un espacio vacío que corresponde a la sala y el comedor. Después, seguimos a su habitación de paredes blancas y una roja. La cama está destendida y algunas prendas de vestir en el piso cerca al armario. En ese momento, Juan Pablo nos presenta al rapero Yoki Barrios, quien nos ofrece agua de panela con jengibre para amenizar la conversación. Mientras Juan Pablo organiza su cuarto, nos cuenta sobre su participación en la telenovela A Mano Limpia, en la cual en un principio interpretaría a Carlos Mauricio, más conocido como el Baby, pero después el director le cambió el rol. “Un día me llamó y me dijo: lo que pasa es que necesitamos a alguien más agraciadito para ese papel a lo que  le respondí: fresco, yo sé lo que tengo y lo que no y ahí fue cuando interpreté a Mario y Sebastián Vega al Baby”.
Además, nos comenta que el recuerdo más especial que le produjo interpretar a dicho personaje fue que, en cierta medida, pudo retroceder el tiempo y sentirse en la etapa escolar de nuevo. “Imagínate, yo salí del colegio en el 2000 y hacer de un peladito de 17 años me trajo momentos hermosos, por ejemplo escribir en el pupitre, pegarle a otro, tener esos problemas de que la mamá lo va regañar. Te acerca  un poco a la adolescencia”, afirma mientras barre la alfombra de su pieza al son de rap y salsa.
Alrededor de las diez, Juan Pablo está listo. Cambia el pantalón de sudadera, que tenía cuando nos recibió, por un gabán, un pantalón de dril y unas botas negras. Se sienta en su cama y empieza la entrevista.


Entre libretos y cámaras
Juan Pablo Barragán estudió en la Academia Superior de Artes de Bogotá. Posteriormente, hizo una gira por todo el país con dicha academia y con el Teatro Nacional Jorge Triana. Asimismo,  manejó algunos títeres que aparecían en el programa Club 10 del canal Caracol y actuó en A Mano Limpia como Mario, papel con el que se dio a conocer en televisión. Al vincularse con el elenco de la novela conoció muchos actores, pero tuvo una empatía en especial con Variel Sánchez y Sebastián Vega, con quienes ha cultivado una gran amistad y los considera como sus parceros. “La mayor enseñanza que me ha dejado Juan Pa es la humildad porque él la tiene toda. Además, es un excelente actor”, asegura  Variel Sánchez.  Además, recuerda que en las grabaciones Juan Pablo lo hacía reír constantemente. Inclusive, en una ocasión, terminaron lesionados por molestar antes de filmar una escena de boxeo. “Estábamos jugando a pegarnos y Juan Pablo lanzó un puño, yo me agaché, le pegó a Sebastián. Él devolvió el golpe, me rompió la nariz y no pude grabar ese día. Juan Pa también se llevó un “guarapaso”. Parecíamos los tres chiflados, pero el director nos regañó y no pudimos volver a practicar así. Fue muy chistoso”, agrega el actor.


Luego de hacer parte de esta telenovela, Juan Pablo ingresó al mundo de la pantalla grande con su interpretación del soldado Ponce en la película “El Páramo”, con la cual cumplió su sueño en la actuación, ya que obtuvo el protagónico y por ese logro siente que puede morir en paz y feliz. “Es como el primer amor. Ahora me salió una nueva película y me dio mucha emoción, pero lo que fue El Páramo, esa sensación no se vuelve a repetir”. Ello se puede comprobar en la expresión de su rostro y la forma en que se dirige a nosotras al dar la respuesta, puesto que su mirada indica satisfacción, orgullo y una voz interior que dice ¡lo logré!, reflejado en su postura. Al preguntarle por el actor o actriz que más admira, pienso que las próximas palabras de Juan Pablo serán el nombre de un famoso de Hollywood, pero es todo lo contrario. “Admiro a los actores del conflicto y a la gente que sobrevive con un salario mínimo porque no sé cómo hacen para cumplir ese papel en este país. También, soy fan de la gente que está haciendo algo por tratar de cambiar esta sociedad”. Agrega que si tuviese que elegir a alguien, escogería a Jaime Osorio, director de la película “El Páramo”, ya que le parece una gran persona y un man muy camellador.
Este actor bogotano ha trabajado en televisión y  en cine. Sin embargo, prefiere este último, sin negar la relevancia de hacer parte de las producciones de la pantalla chica. “Gracias a la televisión ganas buen dinero para hacer las cosas que quieres, aprendes a manejar una cámara y conoces mucha gente que te lleva al cine. Es un paso necesario”. No obstante, la televisión le parece un medio muy rápido, ya que se pueden grabar hasta 30 escenas en un día, mientras que encuentra en el cine una forma tranquila de concentrarse en su trabajo.


Padre en la adolescencia
A sus 31 años, aunque no aparenta más de 24, Juan Pablo tiene un hijo de 16 años llamado Johan y aunque lo ama, piensa que no fue la edad apropiada para tenerlo. “A los 14 fui papá y yo recuerdo que nunca hablé con mi mamá de esas cosas, no de sexo sino de las relaciones humanas”. En ese momento su gato interrumpe la entrevista halándole el cabello a mi compañera Karla. Juan Pablo se levanta de la cama, coge a su mascota y continúa relatándonos su experiencia de ser padre a temprana edad. “Muy difícil todo lo que me pasó con la pelada, todos los problemas que se vinieron encima. Si a uno le da pena ir a comprar un condón a los 14 años, mucho menos va a estar preparado para tener un hijo. El caso es que Johan ya está más alto que yo y vive con mi mamá y mis hermanos. Creo que no voy a tener más hijos”, afirma Barragán.
Para evitar que su hijo pase por la misma situación, Juan Pablo habla con él de todos los temas que lo suelen inquietar en la adolescencia y por las palabras que utiliza para definir su relación da a entender que también lo considera como su amigo. “El otro día llegó mi hijo con el pelo por la cara y le digo ¿Usted por qué se peina así?  Me responde es que así está chévere y me presenta a  tres amigos que tenían el pelo igual. Es el flow del man, como cuando yo tenía quince años y me vestía de ancho, pero más allá de cómo se peina, me interesa es lo que piensa y lo que yo pueda hacer por él como persona”.
Los dos comparten el gusto por el rap y aunque su hijo le ha manifestado que le gustaría que cantaran juntos algún día, Juan Pablo quiere que Johan estudie primero para que aprenda la parte técnica y teórica de la música, antes de subirse a una tarima a interpretar una melodía. Probablemente, este proyecto será una realidad en algunos años, ya que a Juan Pablo le gusta aprovechar el tiempo y las oportunidades. Su amigo Yoki Barrios ha sido testigo de ello porque se conocen desde la infancia. “Juan Pablo es activo y muy inteligente. Siempre tiene algo nuevo para darle a la gente y le saca provecho a todo lo que traiga el día a día”, asegura el rapero.


El rap, pasión sin límites
Juan Pablo Barragán es una  persona que sirve como ejemplo de superación personal, ya que su adolescencia estuvo marcada por la pobreza en la que está inmerso el barrio Usme, en el que vivió por 30 años. Adicionalmente, el tener un hijo complicó la situación y el crecer sin su padre influyó en su adolescencia.”Papá se fue muy temprano, cuando éramos unos niños,  por eso no tuve una familia. Me hubiese gustado compartir más con él, pero no me voy a traumar por eso”.
Efectivamente, no lo hizo porque encontró en el rap la herramienta perfecta para sacar lo mejor que hay en su interior, que es pararse en una tarima a cantar o actuar, lo cual le genera una emoción indescriptible comparable con  el amor; no hay una palabra que lo defina, pero es un sentimiento particularmente cautivador. El  sumergirse en este mundo de letras con mensajes sociales, vestimenta ancha y  el buen flow que caracteriza a los raperos, como lo diría Juan Pablo, le dio más seguridad para desenvolverse en la actuación. “El rap me presentó el escenario y dentro del teatro me ha servido mucho por el ritmo, la improvisación y la facilidad que tengo para hablarle a la gente. Además, aprendí a cantar más tranquilo”, comenta este hombre de aproximadamente 1.75 metros de estatura y cabello corto.
Su primera presentación fue en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, desde entonces ha trabajado fuertemente por impulsar el rap a través de su fundación Raperos Apuntando Paz, con la ayuda de su amigo Thomas Lyon, quien se encargará de administrar los proyectos que estén en desarrollo  porque Juan Pablo estará un mes y medio en Cartagena debido a su participación en el rodaje de la película “Lejos del Mundo”, de RCN Cine. Además, porque Barragán considera que estando fuera por un tiempo aprenderá de otros y podrá transmitirle ese conocimiento a los muchachos de la fundación, ubicada en Usme.  De las canciones que Juan Pablo ha compuesto, su favorita es una que habla de los falsos positivos, aunque confiesa que le gusta más improvisar. Su amigo Variel Sánchez también está interesado en el rap y en más de una ocasión se han reunido para cantar y pasar un rato ameno. “Con Juan Pa siempre salen cosas chéveres. Una vez estábamos en la casa y de repente yo hacía un poco de Big Vox, él improvisaba. Se armaban unos foforros bravos”, afirma Variel.


Juan Pablo hizo muchas amistades a través del rap, en especial con Yoki Barios, quien actualmente, es uno de los mayores exponentes del género urbano en el país. Con él crearon un grupo, pero la situación se dificultó cuando Barragán empezó a estudiar teatro. “Las cosas no funcionaban porque a Juan Pablo no le quedaba tiempo. Así que le dije que mejor estudiara y cuando acabara nos reuníamos de nuevo para dedicarnos al rap. Así fue, ahora creamos Los Castellanos y vienen muchos planes”, asegura Yoki.


El amor lo mantiene vivo
Como las espinacas para Popeye, así es el amor para Juan Pablo. Un elemento que le da energía y vitalidad. Se considera arriesgado y entregado de cuerpo y alma en las relaciones, así no duren mucho. Detrás de este rolo se esconden miles de locuras que hizo durante sus noviazgos. “Me acuerdo de una novia que vivía en Fusa. Yo la visitaba  todos los viernes porque salía de clase a las 6 de la tarde y me devolvía el domingo a las 4 de la mañana porque dictaba clase a las 7. Eso lo hice como un año y nunca hicimos el amor ese año, porque ella era cristiana.  Entonces yo me ponía a echar cabeza y decía no. Esto está muy loco ¿me entiendes?  O sea un año. Es que hay que hacer el amor, es importante”. Su comentario termina con risas, ya que le parece muy gracioso lo que vivió con esa mujer. Pero todo no fue color de rosa, ya que se enamoró profundamente de alguien, a quien sigue amando y cuyo nombre se reservó, la cual lo dejó “entusado” por dos años. Aunque con la ayuda de Dios ya está bien, señala que fue duro y por eso considera que el amor termina en dolor, porque la gente no está acostumbrada a que las personas se vayan de su lado.
Juan Pablo no tiene un prototipo de mujer ideal. Sólo le interesa que lo quieran y que tengan  espíritu emprendedor. “A mí me gusta la gente inteligente y que tiene un proyecto de vida encaminado. Como todos, buscamos un complemento y no un cargamento. La gente que también me lleve porque a veces uno se cansa de llevar”, afirma el actor.
Ha pasado cerca de una hora y media, la entrevista está a punto de terminar. Las últimas palabras de Juan Pablo son: “El tigre no es como parece, es peor. Por eso el mensaje para todo el parche es que estudien y se formen. Cumplan con lo que deben hacer y verán los resultados”. Finaliza la entrevista y Juan Pablo se despide con una enorme sonrisa. La misma que pone frente a la vida, ya que para este hombre la alegría es un don magnifico mandado del cielo a través del cual es posible cambiar el mundo.

Por Daniela Niño

Juan Pablo Barragán asegura que el arte es una herramienta de transformación social

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