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El polo frente al proceso de paz

“Veo muchos aspectos que permitirán llegar a un acuerdo”: David García

El participante de la Comisión de Paz y de Derechos Humanos del Congreso, integrante del Polo Democrático y asesor del representante a la Cámara Iván Cepeda, habló sobre su visión del actual proceso de paz.

Por: Óscar Aponte

El proceso de paz que se lleva a cabo en el país ha dado bastante de qué hablar a partir de los intentos fallidos por los que ha pasado el país. Uno se presentó en el gobierno del presidente Belisario Betancur en 1984, pero el asesinato de Iván Marino Ospina, miembro de la cúpula militar del M-19, terminó con las negociaciones de paz. La respuesta del movimiento guerrillero fue inmediata: enfrentamientos armados con el Ejército Nacional y repetidos ataques a estamentos públicos y privados.



Por otro lado, se encuentra el intento del ex presidente Andrés Pastrana, iniciado en 1997 con el emblemático despeje del Caguán. Sin embargo, el representante guerrillero nunca llegó y esto generó una respuesta violenta del ejército nacional. Desde esta época no se habla de procesos de paz y es por eso que ha tomado tal trascendencia en estos momentos.



David García es miembro del Polo Democrático Alternativo y participante de la comisión de paz y de derechos humanos en el Congreso. García habló con En Directo sobre el proceso al que hoy se enfrenta Colombia y expuso su punto de vista frente a lo que podría pasar.



En Directo: ¿Cuál es su opinión respecto a la manera como se lleva a cabo el proceso de paz?
David García: Por lo que se ha podido conocer a través de los medios de comunicación y la Comisión de Paz del Congreso, este proceso se ha venido construyendo hace más de un año, es un proceso de pre-dialogo de paz y, en mi opinión, con diferencias enormes en cuanto al manejo, ya que se puede ver que ha habido discreción desde los inicios del proceso, cosa que no sucedió en los intentos pasados encabezados por Belisario Betancourt y Andrés Pastrana. Estos eran prácticamente públicos y si bien eso ayudaba a que dentro de la opinión pública se discutieran los temas, en mi opinión esto fue lo que los dificultó pues los sectores en contra de estos procesos actuaron con acciones políticas para sabotearlos, por ello creo que la discreción con la que se ha manejado este asunto ha sido totalmente eficaz.



E.D. : ¿Qué otras ventajas, aparte de la discreción, ve usted en este proceso?
D.G. : Hay una agenda que es muy específica, en ella se tratan temas concretos como el desarrollo rural, la seguridad de los desmovilizados, un marco legal en el cual ellos sean recibidos en la vida social y política. En el tercer punto hay un tema esencial, en el cual el gobierno se compromete a desmantelar los grupos que puedan atentar en contra de la vida de los desmovilizados. Esto es importante porque en el proceso de paz que intentó llevar a cabo Belisario la Unión Patriótica (partido de militantes desmovilizados) fue totalmente exterminado por aquellos que estaban en contra de ese proceso de paz, así que eso es una diferencia sustancial, pues finalmente la discreción es un asunto de forma.

Otro asunto de forma, pero que toca el fondo, es la característica de una agenda puntual. En el gobierno Betancourt fueron doce puntos, fue una agenda bastante ambiciosa para lo que se podía hacer, pero esta tiene tres puntos, eso no quiere decir que por eso ya sea totalmente realizable, pues el primer punto es bastante complejo, teniendo en cuenta que se trata del desarrollo rural, hay que ver qué quieren las Farc y hasta donde cederá el gobierno, pues aproximadamente desde 1984 se está tratando llevar a cabo una reforma agraria, así que evidentemente no es un tema fácil.



E.D.:¿Qué le falta a este proceso?
D.G: Creo que hay una necesidad enorme de que se discuta el tema de la fuerza pública, pues gracias a las investigaciones que hemos llevado a cabo en el congreso, detectamos que tanto en la Policía como en el Ejercito ha habido graves nexos con el paramilitarismo, el narcotráfico y la corrupción, como es el caso del general Santoyo, y si no discutimos transformaciones sustanciales de la fuerza pública en este país no se podrá tener paz.



E.D: Algunos opositores han visto el “pre-acuerdo” como una estrategia populista del presidente Juan Manuel Santos ¿usted lo llamaría así?
D.G: Yo no lo llamaría así porque si hay alguna cosa que caracterice el populismo es hablarle a la gente lo que quiere oír, pero en el fondo no hacerlo. Yo estoy convencido de que en este proceso, si las cosas siguen como están sucediendo, por primera vez en Colombia puede hablarse de una negociación seria de paz. No es solo dialogar, en este caso se le ha mostrado al país una agenda completa y concreta con tiempos específicos. Los críticos de Santos podrán decir que él está buscando la reelección, incluso el premio Nobel de la paz, eso es muy normal, al final esos son decorativos y si los recibe, pues que los reciba, pero la paz es algo que todo presidente en Colombia está en el deber de buscar.



E.D. : ¿Cree que la sociedad colombiana está preparada para aceptar la participación política de desmovilizados de las FARC?
D.G. : Yo creo que depende más de la forma en que el gobierno presente eso. Por ejemplo, en El Salvador y en Guatemala los jefes guerrilleros se comprometieron a no participar en política en por lo menos 12 años, pero el resto de los desmovilizados tenían libre participación, es decir, difícilmente llegaremos a ver a los jefes más conocidos de las Farc ocupando una curul del Congreso, pero aquellos que no están vinculados al delito político podrán hacerlo sin ningún problema. El gobierno debe dar una presentación en sociedad y legitimarlos para evitar estos problemas y no hay nada que no les permita a las FARC tener su participación política, la aceptación de la sociedad no va a ser total ni la mejor, pero es cuestión de tiempo y de manejo.



E. D. : ¿En qué medida compararía este proceso con el del M-19?
D.G.: Lo compararía en el sentido en que se demostró en el caso del M-19 que es posible pasar de las armas a la lucha política legal y en que quienes en el momento eran del M-19 hoy ocupan importantes cargos políticos como la alcaldía de Pasto y de Bogotá, más algunas gobernaciones, pero no es comparable en el sentido de que la imagen de las FARC genera mayor problema de aceptación, pues a través de los medios  hemos visto minas quiebra patas, reclutamiento de niños y narcotráfico, cosas con las cuales no lucho el M-19. A pesar de estar involucrados en ciertos problemas, los de las FARC son aún mayores.



E.D. : ¿Necesariamente es el Gobierno el que debe cambiar la imagen de los posibles  desmovilizados para que sean aceptados?
D.G: yo creo que parte del reconocimiento de los diálogos debe ser entender que estas guerrillas han existido por una razón y que esas causas objetivas los llevaron a ellos a tomar esa opción, así que yo me imagino que el Gobierno jugará un papel importante, pero no es solo responsabilidad del Gobierno sino también de las guerrillas de mostrar su interés por tener una participación política ajena a las armas.



E.D. : ¿Qué futuro le ve a este proceso?
D.G. :Yo veo muchos aspectos que permiten pensar que en este momento podría llegarse a un acuerdo, no con total seguridad, pero sí se puede ver una especie de agotamiento con la guerra, un agotamiento económico, pues mantener una guerra es algo muy costoso e indudablemente después de haber firmado el TLC, el Gobierno es consiente que no puede haber un funcionamiento correcto de éste si no hay paz. Además las guerrillas han sufrido golpes importantes especialmente durante los últimos dos años, que con toda seguridad los han dejado debilitados, así que si hay paz el crecimiento económico sería muy elevado, pues ampliaríamos mercados con países que han sido celosos con sus mercados por el conflicto armado interno que vivimos en el país, así que lo principal es el crecimiento económico.



E.D. : ¿Y si por lo contrario, sale mal?

D.G.: Es el peor escenario pero podría darse y basta con mirar los anteriores procesos, si este fracasa traerá más muertos, más violencia y si no se arregla ahora habrá que esperar bastante tiempo. Recordemos la frase tristemente célebre de el comandante de las FARC que le dijo a uno de los participantes de las mesas de diálogo en el Caguán: “bueno, entonces nos vemos en cinco mil muertos”, apreciación bastante austera porque finalmente fueron casi ochenta mil muertos desde el fracaso del Caguán hasta ahora.

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